Uno de los últimos comentarios que más escucho de la gente que hacía mucho años que no venía a Bilbao, es que no tiene nada que ver con lo que recordaban de ella.

Una ciudad que siempre ha tenido como eje a la ría, con unas aguas cada vez más limpias en las que la fauna va cobrando vida y sobre la cuál el cambio de cuidad industrial en cultural es más que evidente.

Desde el Teatro Arriaga hasta el puente Euskalduna se erige un bonito paseo recorriendo los bordes de la ría, que da cobijo a los múltiples paseantes que cada día recorren sus orillas, albergando multitud de los iconos del nuevo Bilbao como el Museo Guggenheim, el primero de todos ellos.
Otro de las edificaciones con mucho atractivo es el Palacio Euskalduna, a escasa distancia del museo y que cuenta con una fachada realmente original y variopinta.

Pero hoy los dejo a un lado, me centraré en las Torres Isozaki, unas gemelas de 82 metros de altura y 23 plantas cada una.



Estas torres no son famosas en Bilbao por tener una fachada única, ni por ser las más altas, ni siquiera por lo que albergan...son famosas por la disputa que originaron.
En el punto en el que están ubicadas las torres hay un gran desnivel con respecto a la ría y este hecho se solventó con unas grandes escalinatas que unen la parte del ensanche con la ría, justo al lado de la Pasarela Zubizuri, del arquitecto Calatrava.



El problema vino cuando se intentó fusionar el complejo de las torres con el puente a través de una nueva pasarela que ahorrase a los peatones el subir y volver a bajar al puente, cosa que no gustó al arquitecto y denunció al Ayuntamiento de Bilbao por vulnerar la propiedad intelectual de su obra, ya que para ensamblarlas se necesitó cortar una barra del puente.



En 2007 se acordó que había un daño en los derechos morales del creador, sin embargo falló a favor del Concejo bilbaíno y permitió la conexión de Isozaki.
Calatrava apeló el fallo y en 2009, la Audiencia Provincial de Vizcaya condenó a pagar al Ayuntamiento 30.000 € en concepto de indemnización, dinero que se donó a la Casa de la Misericordia de Bilbao.



La Pasarela Zubizuri, ya de por sí y mucho antes, había suscitado malestar entre los viandantes ya que la superficie de ésta es de cristal y generaba multitud de caídas. Para más inri salió a la luz que el coste de reparación de la superficie acristalada ascendía a 6.000€ anualmente por la gran cantidad de cristales rotos que sufría...toda una joyita el puente.

Una vez más he dejado una de las fotos de la serie para Monochrome...




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