Bruma dorada en Barrika
19 January, 2010, 07:45 - -Amaneceres/atardeceres, -Fuerza del mar, -Niebla, -Talleres, -Vizcaya
El 2010 ha comenzado trayendo dudas existenciales, la mayoría dudas sin respuestas satisfactorias, pero intentar cambiar a mejor siempre es gratificante...lo logres o no lo logres.
El ámbito fotográfico no se ha librado de análisis, ya que creo que las críticas más duras deben venir del propio fotógrafo y a pesar de que es visible el cambio de inquietudes, me he percatado que durante mucho tiempo basé mi trabajo en momentos, momentos especiales de luz, casi mágicos que convertían un rincón banal en algo especial...y sin embargo ahora no es necesario un cielo rojo o un mar de niebla para sacar el equipo de la mochila.
A pesar de esto, hoy os traigo uno de esos momentos especiales.

Suelo decir que en la fotografía de naturaleza la preparación y el estudio que hay detrás de las imágenes suele ser grande, el control de los elementos se suele perfilar como algo normal, pero me sorprendo de cómo en ocasiones estos momentos vienen solos, fruto de casualidades y caprichos del destino que hacen que nos sintamos afortunados.

Barrika es uno de los referentes de Vizcaya a nivel fotográfico, una playa con un enorme encanto y misticismo, que día tras día sus largas espinas dorsales desaparecen por completo bajo las aguas hasta la siguiente bajamar y las cuáles en primavera hacen acopio de sus mejores galas y se visten con un manto verde que atrae a cientos y cientos de personas.

Reconozco que no es una playa que la visite muy a menudo, tal vez sea porque me gusta trabajar sin distracciones y con libertad o porque no quiero desgastar el encanto que posee, pero el pasado mes de Octubre durante el taller de fotografía de Vizcaya impartido por los profesores Rosa Isabel Vázquez y Jose Antonio Fernández , al asomarnos al acantilado el panorama era completamente distinto al habitual.



Canon 5d MarkII, Canon 70-200 2.8 (a 140mm, f/8, 1/1000seg. e ISO 100) trípode y pola.

Una densa niebla a la que el bajo sol confería un tono dorado cubría toda la playa...el nerviosismo se apoderó del grupo, momento de reflexionar con prisa y tener la cabeza fría.
Había tres posibilidades, quedarse arriba, bajar a la playa o una media altura...elegí esta última opción, ya que creo que era la que maximizaba la profundidad de campo que otorgaban los picudos acantilados y porque en la playa se perdería el panorama que se observaba desde lo alto, al vernos envueltos en la bruma y perder el plano medio y el fondo.

Tras intentar una primera serie horizontal, aprovechando la serie que daban las paredes de piedra, opté por un formato vertical, incluyendo un elemento compositivo nuevo, las hileras de olas que llegaban con rigurosa precisión una tras otra.



Canon 5d MarkII, Canon 70-200 2.8 (a 135mm, f/8, 1/1250seg. e ISO 100) trípode y pola.

Tras este espectáculo, bajamos y la bruma se disipó en pocos minutos y nos brindó un colorido atardecer, pero mi apetito estaba calmado con el momento vivido, por lo que me limité a realizar retratos de los compañeros.




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